AMENAZAS A LA SEGURIDAD DE LA REÚBLICA DOMINICANA




Tipificar las amenazas a la seguridad de la República Dominicana no es una tarea sencilla, tomando en cuenta que sus ciudadanos viven en un tejido social dinámico, complejo, volátil y variable. Pero sin dudas en un país cuya economía depende en gran medida del sector turismo (recibe unos 4 millones de turistas al año y es el destino más visitado del Caribe), la delincuencia que atenta contra la tranquilidad de turistas, extranjeros residentes en el país y del ciudadano común, es uno de los peligros más comentados y por la cual, sus autoridades de gobierno reciben mayores críticas desde la opinión pública.
A pesar de los alegados intentos de los actuales y pasados responsables de garantizar la seguridad a los dominicanos a través de planes integrales que motiven la promoción de la cultura y el deporte, como mecanismo de desarrollo del capital social, estas iniciativas han mermado en el tiempo por una supuesta lucha de protagonismo entre los líderes gubernamentales, la descontinuación de programas educativos medulares y el seguimiento o proceso de controles de las tareas.
En suma, la carencia de un plan estratégico integral, en el que los agentes de la Policía y de las Fuerzas Armadas sean bien remunerados por sus trabajos y gocen de dignas compensaciones sociales, en el que además de tener acceso a sofisticados equipos de radio comunicaciones, redes informáticas y transportes, sepan cómo utilizarlos y en el que líderes que emerjan desde las comunidades puedan integrarse a la labor de supervisión y fiscalización de estos mismos policías y militares, como parte de la tarea de seguimiento y continuidad de los planes de seguridad, sigue siendo un ideal deseado sin alcanzar.

Con sólo “googlear” algunos artículos de prensa sobre la situación de la seguridad en la República Dominicana en los últimos meses, es posible apreciar que existe una percepción ciudadana de rechazo generalizada frente a la delincuencia y que evidencia un estado de zozobra del ciudadano común. Los medios de comunicación refuerzan este estado de miedo, con estadísticas rojas en los titulares que dan cuenta de un sinnúmero de atracos a mano armada y de homicidios, como consecuencia de conflictos entre bandas y derivados del crimen organizado. 
Recientemente el secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Taleb Rafai, pidió al gobierno dominicano incrementar la seguridad a los viajeros y mejorar la preservación del patrimonio cultural para impulsar su sector turístico. Aunque dijo que “República Dominicana destaca por ser el destino más visitado del Caribe”, insistió en que se requiere mayor cooperación entre el sector público y el privado para hacer que la industria turística sea sostenible. (1)
A propósito, el presidente dominicano Danilo Medina aseguró este 27 de febrero 2014 en su rendición de cuentas a la nación, que trabajaría en nuevos proyectos turísticos y la construcción de infraestructura vial suficiente como para garantizar la visita de 10 millones de turistas en un periodo máximo de 10 años; es decir, uno por cada habitante en el país siguiendo el ejemplo de España ó Puerto Rico.(2)

Pero como dicen voces disidentes, los conflictos nacionales se resuelven con trabajo en equipo y la cohesión entre autoridades y ciudadanía. Algunos académicos respetados por sus opiniones en el país, dicen que organismos como: la Policía Nacional, Fuerzas Armadas y el Ministerio de Interior y Policía, no tienen un real plan estratégico para combatir la delincuencia. Daniel Pou uno de los profesores de la Maestría que cursa quien suscribe este ensayo, afirma por ejemplo que la “Policía es un gobierno autónomo y tiene más incidencia que el Ministro de Interior y policía, con quien nunca se reúne”. (3)
Al margen de estas opiniones, el presidente en su discurso aseguró que ha habido un descenso en la cifra de víctimas mortales del 33% en las áreas de mayor criminalidad del país y del 13% en el promedio nacional. De modo que en comparación con el indicador internacional, la cifra de homicidios por cada 100 mil habitantes, ubica al país en 20 por cada 100 mil y que en enero, llegó a 17 homicidios.
Como complemento de su discurso, el primer mandatario aseguró que el Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad 9-1-1, que entrará en funcionamiento este próximo mes de mayo (y ya no el Noviembre del 2013 como se había ventilado) ayudará a reducir la inseguridad ciudadana (¿si ayudará? –se pregunta quien suscribe)
Lo cierto es que el presidente admite que no son pocos los que intentan comprar la seguridad desde el sector privado, aún y cuando se plantea su gobierno la persecución y prevención del delito. Intenta reforzar la presencia de las fuerzas de seguridad con miles de efectivos en las calles patrullando día y noche, dotándolos de nuevos equipos, aumentando el incentivo salarial en un 30%, y apoyando un sistema integrado de emergencias del que realmente muy pocos ciudadanos, cuidado y si ninguno, tienen información.
Se continúa cacareando la efectividad del “Programa Vivir Tranquilo” en sustitución del pasado “Plan de Seguridad Democrática” que un principio dio resultados pero que luego fracasó por la inconstancia en sus mecanismos de controles, evaluación y también presupuestarios. Esta, sería la lectura del discurso…pero… ¿y que hay sobre el crimen organizado? ¿Existirá alguna estrategia de gobierno que maquilla este mal que se sabe existe pero del que se ocultan los alcances de sus tentáculos?

Por citar un ejemplo, al leer la prensa de este año es posible encontrar titulares como: “Dirección Nacional de Control de Drogas y Ministerio Público ocupan más de un millón de pesos y 60 mil dólares a un hombre  en Puerto Plata”(4). Al menos una vez al mes, se conoce públicamente sobre la ocupación de toneladas de cocaína en puertos y aeropuertos, con la implicación de criminales nacionales y extranjeros; volviéndose el consumo de estas noticias sobre expresa violencia, soborno y obstrucción de la justicia, un “algo habitual”.
En el aula, previa a la asignación de este informe a la autora y a sus compañeros de Maestría por parte del profesor Raúl Benitez Manaut, experto en Crimen Organizado, discutíamos sobre posibles soluciones a este mal extendido a nivel mundial. De modo que hubo un paseo por consideraciones para acabar con él, tales como la posibilidad de legalizar algunas drogas, reforzar los trabajos de inteligencia y tolerancia ante algunos tráficos, permitir ciertas operaciones a los narcotraficantes siempre y cuando no atentaran contra la población que sirven de mano de obra, en fin, de manera abierta se hizo un ejercicio intelectual oral, contradictorio en algunos casos, pero al final productivo.
Sin embargo, luego de coincidir en que el crimen organizado y la delincuencia en definitiva son los principales responsables de la “inseguridad” del estado dominicano” y de todos los países de la región, es difícil dejar de pensar en el componente humano que los alimenta: la descomposición social de sus individuos. Persiste una situación a entender de la autora, que es grave y delicada, y tiene que ver con la condición de “exclusión social y apátridas” en el país.
Hace no mucho tiempo, se encendió un debate público en torno a la sentencia número TC/0168/13 del Tribunal Constitucional Dominicano que despoja de su nacionalidad dominicana a Juliana Deguis Pierre y con ella a los descendientes de inmigrantes haitianos en el país. Sin duda, este caso tuvo una amplia repercusión en las decisiones políticas nacionales y las preocupaciones de algunos sectores en el ámbito internacional. La manifestación de  espacios públicos, permitieron cuestionar las garantías de seguridad que ofrece el estado dominicano en este tema y cuestionado el respeto a la soberanía nacional, también de la sana convivencia de los estados. 

La autora trae intencionalmente este caso a la memoria y su relación con este ensayo sobre “las principales amenazas a la seguridad nacional” por la razón que ahora se expone. Cuando se piensa en “apátridas” muchos entenderán que se trata exclusivamente de los haitianos o extranjeros que no han regularizado su condición legal mientras residen en el país. Pero resulta que “apátridas” también son, aquellos dominicanos que desde su nacimiento, no tienen ningún tipo de documentación, sustento familiar, formación escolar y religiosa formal, y que posteriormente viven en un total limbo jurídico, social y económico, considerándose estos, potenciales candidatos a envolverse en actividades delincuenciales.
Tal y como sostiene el pastor Roberto Lebrón en su libro “Exclusión social, eclesiástica y de los apátridas” (5) el problema de los apátridas  consiste en que “ya sintiéndose en un medio hostil y discriminatorio que le niega toda posibilidad de sustentación, esto provoca riesgos de ser propensos a la delincuencia, y sin competencia laboral, no tienen forma de hacer valer sus derechos civiles y políticos ni les son reconocidos su existencia legal y su dignidad, que son atributos que deben ser reconocidos por igual a todo ser humano”.
Agrega que “la violación de esos derechos inalienables a la condición humana a miles de dominicanos (as) de origen, los ha colocado en la humillante condición de apátridas y por ello no disfrutan de los derechos inherentes de la ciudadanía dominicana y son propensos a la perpetuidad de la pobreza”.

Por consiguiente la autora se cuestiona: ¿acaso si no existiera una sociedad descompuesta de valores, educación, permanentes y prósperas fuentes de trabajo, familias unidas, éticamente fuertes e instituciones estatales sólidas, el negocio del crimen organizado ó el narcotráfico existirían? ¿Pudiera la “inseguridad” de un estado sobrevivir como mal, en sociedades donde sus habitantes no necesiten de trabajos ilícitos para poder “subsistir” y ganar lo que no pueden a través de trabajos honestos?
Las respuestas, pudieran ser ambiguas y contradictorias, al extremo quizás de justificar la existencia de economías ciertamente sólidas, gracias al narcotráfico, al crimen organizado y al lavado de capitales. Pero de nuevo ¿y el componente humano donde queda? ¿Hacia dónde van las sociedades? Nadie puede predecirlo con certeza, ni siquiera el más letrado de los expertos en estrategias de seguridad, y extiende la autora con esta última afirmación, una nueva invitación a la reflexión sobre qué amenaza a la seguridad es que se estudia… ¿si la de un estado ó la de individuos que a estas alturas desconocen su rol protónico en la garantía de la seguridad de sus propias sociedades? ¿acaso no somos todos responsables en gran medida de la extensión de una cultura de prevención?

ENSAYO "Crimen organizado y blanqueo de capitales”
Profesor: Doctor Raúl B. Manaut
AMENAZAS A LA SEGURIDAD DEL ESTADO DOMINICANO
Máster Gestión Seguridad, Crisis y Emergencias
Instituto Ortega y Gaseet de Madrid, España
IGLOBAL - Centro de Estudios de Seguridad y Defensa
 

Referencias bibliográficas. 
(1) Redacción periódico El Nuevo Diario. “OMT destaca avances en seguridad turística de RD y desarrollo del turismo”.  21/2/2014, http://www.elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=364284.

 (2) Redacción Noticias SIN. “Discurso íntegro del presidente Danilo Medina”. 27/02/2014. http://www.noticiassin.com/2014/02/discurso-integro-del-presidente-danilo-medina/

(3) Redacción Periódico El Caribe.  Pou: Mienten a Danilo Medina sobre Seguridad Ciudadana”. 22/1/ 2014. http://www.elcaribe.com.do/2014/01/22/pou-mienten-danilo-medina-sobre-seguridad-ciudadana

(4) Redacción periódico Listín Diario. “DNCD y MP ocupan un millón 11 mil pesos y más de 60 mil dólares a un hombre  en Puerto Plata”. 27/02/2014

(5) Rev. Dr. Lebrón Contreras, Roberto. “Exclusión Social, eclesiástica y de los apátridas”. Editorial Valdez, Abril 2013.

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