Este 1 de Junio inicia una nueva temporada ciclónica en el Océano Atlántico, a pocas horas de haber quedado inaugurado en Santo Domingo, el Centro de atenciones a emergencias #911 y con los matices de una epidemia del virus #Chikungunya que tiene bastante ocupados a los funcionarios públicos y preocupada a la población de la República Dominicana.
Por
lo que cabe destacar, que cuando las políticas de desarrollo de un país están
bien planteadas, las posibilidades de que ocurra un desastre son siempre
menores o, cuando menos, sus efectos no resultan tan dramáticos. En términos
eminentemente periodísticos, las autoridades jugarán siempre el papel de fuentes informativas.
En
la mayoría de los casos, cuando facilitan la información suelen darla con
criterios técnicos que resultan inapropiados para orientar la información de manera
adecuada al público. Por ello, el papel del periodista debe ser como el de una
especie de traductor, para que todas las expresiones técnicas puedan ser
asimiladas por el público a través de un lenguaje sencillo.
Por
suerte, las aclaratorias en los casos relativos al virus y al sistema operativo
del teléfono de emergencias 911, han sido bastante puntuales y las
explicaciones, bastante llanas, comprensibles.
Ahora
bien, surge un problema frecuente de las fuentes informativas en situaciones de
emergencias, que es el de las contradicciones,
y en el tema de los desastres suele darse con mayor frecuencia. Esas
variaciones de la información, lejos de cooperar en la gestión del riesgo de
desastres, pueden resultar más perjudiciales, pues hacen evidente la poca
claridad que existe para enfrentar una situación.
Por
ello, el periodista debe estar en la capacidad de tomar la información y
trasladarla sin generar confusiones en su público, pero también dejando claras
las diferencias de criterio o contradicciones que existen entre las fuentes.
En
algunas oportunidades, según sea el caso, quienes cubren este tipo de eventos -los
reporteros- deben contar con el criterio necesario para comprender cuándo se
hace obligatorio esperar a que la información oficial sea emitida por el más
alto funcionario de la institución. Estos elementos de juicio se adquieren
conociendo las amenazas, los riesgos que generan y el funcionamiento interno de
las entidades.
Por
lo anterior, es recomendable que todo periodista involucrado en la cobertura de
la gestión del riesgo de desastres, en la etapa preventiva, se dé a la tarea de
investigar el funcionamiento de las principales fuentes gubernamentales que
existan o que puedan estar relacionadas con las posibles amenazas del país.
Conocer
dónde se encuentran los principales centros de monitoreo en cada país, así como
quienes los dirigen, también es una información que puede ayudar a agilizar la
investigación. En todos los países existen también entidades que, de una u otra
forma, coordinan las acciones que se deben manejar en la tarea de la gestión
del riesgo de desastres.
Así
que si se investiga su funcionamiento, estructura organizativa, los nombres de
las personas que coordinan cada área y los planes que poseen para cada
eventualidad, por supuesto que la tarea será mejor y más sencilla.
Hasta
otra oportunidad,
Sean
felices bajo la bendición de Dios y que sea bienvenido el mes de Junio, con
todo y su temporada de Huracanes para quienes vivimos en el Caribe.
Ceinett Sánchez, Santo Domingo, República Dominicana.
Autora Libro: Comunicación, Emergencias y Desastres
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