Santo Domingo, República Dominicana.
Por: Ceinett Sánchez
La
Organización Mundial de la Salud acaba de declarar el brote de Ébola en África
Occidental como una emergencia internacional de salud pública, que requiere una
respuesta extraordinaria para detener su propagación. Se trata del brote de
Ébola más grande y de más duración registrado jamás, pues tiene una tasa de
mortalidad de alrededor del 50% y ha causado hasta el momento la muerte de al
menos 932 personas. La OMS declaró emergencias similares para la pandemia de
gripe porcina en 2009 y de polio en mayo.
El actual
brote, inició en Guinea en marzo y se ha extendido a Sierra Leona y Liberia. Lo
que quizás cause más alarma, es que no hay tratamiento o vacuna aceptado y la
tasa de mortalidad ha sido de alrededor del 50%. Sin dudas, llama la atención
las declaraciones del doctor Bart Janssens, director de operaciones de Médicos
Sin Fronteras, quien asegura "las declaraciones no salvan vidas".
Porque afirma que "durante semanas hemos estado advirtiendo que urgen
medidas masivas desde el punto de vista médico, epidemiológico y de salud
pública y hay gente que está muriendo porque no está llegando la ayuda
suficiente".
No
obstante desde este espacio, entendemos todo lo contrario, porque “la
información SÍ salva vidas” y “conectados ayudamos mejor”, así como lo
expresamos en el Libro #SoyPreventivo: redes sociales, seguridad y emergencias”
que si Dios lo permite lo pondremos a circular en este mes de Septiembre en la
Universidad del Caribe, con el apoyo de varias instituciones y en presencia de
personalidades de la vida pública nacional en la República Dominicana.
Como se
verá, cuando hablamos de comunicación estratégica y alerta temprana, pensando
también que en las redes sociales conseguimos un gran aliado para estos fines,
la información es, en primer lugar, un derecho que confiere poder y tal vez sea
la única tarea en previsión de desastres que puedan permitirse las comunidades
vulnerables. Esto revela con amplia claridad, por qué el rol de quienes
difunden información es tan importante en la gestión del riesgo de desastres.
Lo
complicado de esto está, en que no todas las personas con acceso al internet,
manejan terminologías técnicas, para garantizar materiales informativos
oportunos, claros, útiles a la colectividad. De forma tal, que quien encabeza
una estrategia de comunicación u osa twittear en medio de un desastre por
ejemplo, debería, por prudencia, conocer algunos de estos términos que la
autora considera oportuno citar:
1.
El
riesgo: entendido como la probabilidad de pérdidas y daños futuros a
niveles tan grandes que un grupo social no es capaz de absorberlas,
enfrentarlas y recuperarse, empleando sus propios recursos y reservas. En ese
sentido, el riesgo se concibe conceptualmente como una función de dos
variables: la amenaza y la vulnerabilidad. Esta relación amenaza-vulnerabilidad
es de vital importancia a la hora de analizar el riesgo que se corre en
determinada situación y mucho más cuando se analiza el riesgo de desastres.
2.
Los
desastres: son situaciones o procesos que se desencadenan como
resultado de la manifestación de un fenómeno de origen natural, tecnológico o
provocado por el hombre y que, al encontrar condiciones propicias de
vulnerabilidad en una población, puede causar alteraciones intensas, graves y
extendidas en las condiciones normales de funcionamiento de una comunidad, que
superan su capacidad de responder.
Así que la Gestión del Riesgo de Desastres viene a
ser, un conjunto de políticas, decisiones administrativas y actividades
operativas que aplicadas antes, durante o después de los desastres, tienen por
finalidad evitar la ocurrencia de los mismos o bien reducir sus consecuencias.
Podrían
entonces los twitteros, blogueros, o colabores ciberconectados, elaborar
materiales informativos respondiendo a preguntas: ¿Qué causó las víctimas y
daños? ¿Cuáles fueron las principales dificultades para las tareas de socorro?
¿Cuáles fueron los problemas en las horas y los días siguientes? ¿Se habría
podido prever el desastre? ¿Con qué preparativos se habría podido limitar el
número de víctimas y los daños? ¿Cuáles errores no deben cometerse de nuevo?
¿Cuáles medidas fueron más beneficiosas?
No hay
que olvidar, que la tecnología, en sí misma, no deja de ser un medio. Un canal.
Un vehículo que llevará más rápido los mensajes, que abreviará caminos, que
facilitará el tránsito. Pero que en fin, no podrá decidir, no podrá caminar, no
tendrá la capacidad de cambiar sino es por la acción inteligente del hombre,
guiado por la supremacía de una fuerza superior que escapa de la sapiencia
humana y finita, que le otorga el talento, la habilidad y la capacidad de
discernir entre informar contenidos edificantes o denigrantes, carentes de
ética y diametralmente inversos a los valores humanos positivos. O lo que es
peor, informaciones contrarias al principio de la “veracidad”, fuente de la que
emana el sentido benevolente para ayudar a salvar vidas a través de la
información.
Por
ende, las tecnologías de la información y las comunicaciones muestran todo su
potencial, pero resultan insuficientes sin la contribución de otros múltiples
actores y un claro sentido de prudencia. La lucha contra los desastres y la
minimización del riesgo, significa un compromiso serio, puesto que están en
juego la vida y los medios de subsistencia de un sector importante de la
población mundial y local; sin embargo, es en buena parte responsabilidad de
los gobiernos aplicar adecuadas políticas públicas, asignando competencias y
recursos al ámbito local, donde se materializan las medidas adoptadas para
hacer frente a las amenazas.
Comentan expertos en comunicación del riesgo,
que tanto la alerta temprana como la gestión del riesgo, pueden jugar un papel
importante en las etapas previas, durante y después de una catástrofe. En el
antes, porque permiten expandir cultura preventiva entre los usuarios antes de
que un fenómeno surja; en el durante, porque su poder informativo tiene una
rápida expansión multimedia que queda a disposición de los usuarios conectados
y sirve como página de aterrizaje cuando se desata una crisis, al igual que
hace Google.
Ya luego
cuando pasa la crisis, sirven para
reclutar voluntarios, como sucedió en Haití en el año 2010 y emitir
detalles sobre requisitos para registros y organización de respuestas a la
etapa de resiliencia o próximas situaciones de emergencias. Ambas redes, a través
de los servicios de anuncios, pueden publicitar en cada una de las etapas de
emergencias informaciones de utilidad, como teléfonos de asistencia, ubicación
de refugios, eventos de capacitación y gestión de donaciones, entre otros. Así que el gran potencial y el carácter
público para llegar a millones de usuarios de forma gratuita, permite a las
organizaciones humanitarias evaluar el trabajo de sus voluntarios en cometidos
específicos, a la vez que podría motivar la donación de incentivos y
recompensas.
Ahora bien, pensando en el anuncio inicial de esta
entrada, en el que la Organización Mundial de la Salud realiza la declaratoria
de emergencia internacional, viene a mi mente un refrán que he escuchado desde
mi infancia: “cuando el río suena, es porque piedras trae”. Y si una
institución de este tipo, lo hace, es hora entonces de que las autoridades de
cada país, revise sus planes de comunicación estratégicas en especial aquellos
de tipo preventivo, para mantener informada a las poblaciones con mensajes de
utilidad sobre los riesgos a los que están expuestos y las posibles
consecuencias de esta enfermedad.
Feliz fin de semana y que Dios los bendiga en
abundancia!
Ceinett Sánchez
email: Ceinett@yahoo.com
facebook: Ceinett Sánchez
twitter @Ceinetts
VEA TAMBIÉN: https://www.youtube.com/watch?v=-Aofm1ePpDE
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